El amor es fácil. Simple, sencillo y primario. Sí, seguramente muchos de vosotros me dirán: ''te equivocas, el amor es complicado, tremendamente complicado''. Si esto ocurre es porque tenemos una idea diferente de lo que es el amor.
El amor, conocido como tal, en su forma más primigenia, es simple. Es fácil porque realmente no te supone ningún esfuerzo adicional. Amar a la otra persona no te requiere ningún gasto energético porque, como digo, es tan primario que tu cuerpo lo lleva integrado. Nacimos para amar a los demás.
En términos del amor romántico, cuando encuentras a una persona que realmente te completa y te complementa, no existen los problemas. Las discusiones, aunque existan, se desvaneceran por las razones entrópicas del amor primigenio: es como encontrar una piedra en una playa; por muy grande que sea siempre será más pequeño que la playa.
A esta conclusión llegué ayer mientras volvía a casa. Estoy cansada de escuchar historias y más historias de amores imposibles: es más joven que yo, es más viejo que yo, vive lejos, no me trata bien... y estoy segura de que en el momento que cada uno de nosotros encuentre (si no lo ha encontrado ya, como es mi caso) el amor que le corresponde todos esos problemas se acabarían.
Es cierto que los amores que presentan complicaciones son más reto, y son más deseados por el simple hecho de ser prohibidos. Pero, siendo objetivos, ¿merece la pena sufrir por un amor que tiene unos impedimentos que, tarde o temprano, se acabarán imponiendo? Al fin y al cabo, esa es su finalidad, imponerse.
No sé, creo que me ando mucho por las ramas.
En la próxima vuelta a casa cojo el autobús.
Os quiero ♥ Sed felices!
A.